Obra Personal (Fotografía)

Kikiriki


"La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco". Salvador Dalí


Sobre la Incordura

En fin, a mi, que soy pobre y horaciano vocacional, ergo estoy tan mal de la cabeza como cualquier presidente del gobierno pero de otra manera, ya me entiende usted, porque no tengo por qué darme el moco billetero del progreso, la hipoteca y la pirámide, tanto se me da. Así que me siguen gustando más los zahoríes y el botijo que la Nasa, que quiere que le diga a usted. Y mucho más otros locos y locas que nada tienen que ver con el ordeno y mando sino con todo lo contrario: estos seres patidifusos que cuelgan ahorcados hirientes y rientes en las albas paredes de esta casa, tan hermosamente retratados por Alfredo Tobía, que está bastante ido dicho sea de paso. Ya sabe usted señora, ya me comprende usted, caballero: los cómicos de la legua, los irónicos descontentos, las protestonas, los pirotécnicos, los comemierda, los inventores de crucigramas y timos de la estampita, los soplaglagaitas, los fógrafos al minuto, las poetisas, los toreros, las bailarinas, los ajedrecistas, las ilusas y los ilusionistas, las suripantas y los directores de bandas de música, las grafiteras, los inventores de huevos kinder, las violinistas, los trasvestidos, las trapecistas, el hombre bala, las camareras, los enterradores, Erasmo de Roterdam, Mijail Bakunin, los hermanos Marx, Chaplin y don Miguel de Cervantes Saavedra.

Confieso publicamente que no tengo fe. Y que me alegraré hasta el desguace el día en que esta plasta torpe y enloquecida que es la humanidad se vaya a tomar por saco de este planeta, o de este huevo frito papal, con motivo de algún virus gallináceo, limpio y apocalíptico. A ver si dejamos vivir en paz a los garapitos y otras especies parecidas. Estoy seguro de que tan modestos y acuáticos insectos se la merecen más, la tranquilidad digo, que cualquier cretino votante bípedo implume, mayormente hijo bastardo de los borborigmos de dioses inexistentes, tan solo imaginados por la humana incordura que se esconde en la quijada de un onagro, o sea, en una caja de caudales. ¡Qué locura de mundo, colega, con tanta cuenta en el rosario de tu padre y tanto helicóptero artillado! Y yo, sin esparragos ni mayonesa, sin papel de fumar y sin una sola cerveza en el frigorófico. Fatal.


Francisco de Cenzano y Echegaray. 2004



Era Perkins Albert Plá